EL NOMBRE DE LA ROSA.
Todos tenemos un libro especial,
muchas veces no sabemos por qué, si es por la persona que nos lo recomendó, dónde
lo compramos, quién nos lo regaló o simplemente porque hace sentirnos
diferentes después de leerlo. Para mí, sin duda es El Nombre de la Rosa, una novela histórica de misterio y filosofía
con un gran significado escrita por el gran Umberto Eco, escritor y filósofo,
especializado en la semiótica.
Nuestra historia transcurre en
una abadía benedictina del siglo XVI famosa por su espectacular biblioteca con
estrictas normas de acceso, restringida a cualquier visitante o lector menos al
bibliotecario y abad, en ella, transcurre una sucesión de extraños asesinatos;
para investigarlos, el abad de la misma, llama a Guillermo de Baskerville, un
monje franciscano inglés conocido por su perspicacia e inteligencia y a su
discípulo Adso de Melk, voz narradora de la obra.
La tarea principal de la abadía
era la copia de manuscritos, sin embargo, se transcribían aquellos que las
altas esferas de la abadía y cristiandad permitían, así, el acceso a la biblioteca permitía nuevos conocimientos
a los monjes y alejarse de los ‘correctos caminos de Dios’, ya que esta contenía
libros de los grandes filósofos y en ellos ‘su herejía’. A fin de cuentas, los
libros siempre han sido el mayor de los peligros para controlar al pueblo, han
sido quemados, prohibidos y asesinado a sus autores; ellos transmiten mensajes
directos y ocultos, hacen pensar, y esto siempre ha sido un impedimento para
los iletrados del poder. En el nombre de la rosa, el libro pecaminoso y
diabólico es La Poética de Aristóteles*, El
Filósofo, que hacía referencia a la comedia y a la poesía yámbica, afirmando que la Risa es necesaria en la vida del ser
humano y una de las fuentes principales del conocimiento, la verdad y
posibilidad de cuestionar los absolutos, siendo para los benedictinos, la risa,
una fuente de distracción del buen camino; por lo que el libro crea un gran
enfrentamiento ideológico provocando la muerte e incluso la destrucción de todo
lo conocido.
Finalmente, el autor hace una aclaración a cerca del
título de la novela, la rosa y su figura simbólica representan muchas
acepciones y significados, tantos, que esa sobrecarga crea un vacío de contenido
y de propio significado: ‘De la rosa nos queda únicamente el nombre’
*La Poética de Aristóteles se perdió aparentemente durante la Edad Media.
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