lunes, 2 de diciembre de 2013

¿DESARROLLO?





¿En qué mundo vivimos? Diferenciamos hasta cuatro tipos de ‘mundos’ tras la categoría de países desarrollados y subdesarrollados. Nos encontramos ante una sociedad teóricamente ‘globalizada’; ese término desvirtuado que pretende el bienestar de unos y la muerte de otros, o estás dentro o estás fuera, o eres patrón o eres obrero, o eres opresor o eres oprimido. Nos han explicado ‘la globalización’ como el proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo; es sin duda, el progreso, el desarrollo; sin embargo, ¿cuál es la otra cara de esta aparente mejora global? Una economía criminal creada por occidente, para enriquecerse a costa de los ‘países subdesarrollados’ y las clases medias-bajas. Ese proceso global cultural y económico no es más que la imposición de un reducido sector de la población mundial, para hacerse con el poder y control absolutos. Este fin, infiltrado en la religión, cultura y costumbres de esos países que con suerte sí son desarrollados, provoca la aceptación de una soñolienta población. Miramos para otro lado lo que a escasos kilómetros ocurre: explotación infantil, esclavitud, niños soldados, mujeres objeto que son forzadas sexualmente, cada ocho segundos muere una persona de hambre, desnutrición infantil, falta de recursos,… Compramos objetos hechos a manos explotadas y con la mente fría olvidamos o tan si quiera pensamos las condiciones laborales que sufren seres humanos cada día, desde que sale el sol hasta que se esconde.
Los rasgos de una sociedad que nos avoca el capitalismo son la desigualdad y la exclusión. Nos hacen débiles, pequeños, nos aterrorizan con sus despidos y sus hipotecas; nos hacen creer que esos señores que vienen de fuera nos van a quitar el pan de la boca, ¡nos quitan el trabajo! Cada cual mira por sí mismo, nos preocupamos de vivir al día sin tener en cuenta a los demás. Hemos pasado de una globalización a una individualización que aterra. Es una paradoja hablar de subdesarrollo y desarrollo. ¿Qué es el desarrollo? ¿Tener coches nuevos, aparentar más que el vecino, comprarme el móvil última generación? ¿Dónde ha quedado el prestigio de los estudiosos, de los humanistas, sociólogos, catedráticos, filósofos si ahora solo se aplaude al tecnócrata y a la segunda fortuna del mundo por donar una milésima parte de su patrimonio declarado a cáritas? Ya no se valora a las grandes mentes, a las artes, ni al ser humano. Olvidamos la historia mientras siguen supurando las heridas. No queremos saber, queremos ser.
Esto es lo que ofrece la globalización, miseria, ausencia de valores; ni cumplimos con nuestros deberes ni procuramos nuestros derechos. Somos fichas de ajedrez en un juego de poder, competimos contra nuestros iguales a favor de un dios o un magnate, en vez de luchar todos contra él. Es necesario vivir en armonía porque mientras unos mueren de hambre, otros derrochan dinero y tiempo en cosas sin sentido.
Para ello debe haber un cambio de base, hay que cuestionar las formas de pensamiento y sobretodo la educación. No referida a saber hacer ecuaciones o qué autores pertenecen a la generación del 27. Educación, referida a enseñar a pensar y a crear personas. Tomar conciencia de qué somos y cómo nos comportamos; usar la razón, que es la que nos diferencia del resto de animales, pero también, saber acompañarla de la moral y la ética  y aprender a interpretar nuestros sentimientos.
Los seres humanos no somos de plomo: pensamos y sentimos, y debemos mantenernos en un constante equilibrio. Estos elementos son influidos por la socialización y la naturalización de nuestras culturas y costumbres. Sabemos, que desde la primera toma de contacto con nuestra sociedad, el individuo va formando su carácter y personalidad; y a partir de aquí, la conducta que va adquiriendo él mismo, es la causa del funcionamiento tanto de la sociedad como de la cultura, y está regulada por las necesidades del individuo. Las necesidades primarias o fisiológicas son aquellas indispensables para vivir y las secundarias o psíquicas, aunque no son indispensables son más valoradas por nosotros. La causa de que tomemos prioridad por las necesidades secundarias se debe a que éstas, son las que buscan las respuestas emotivas de los demás y son instintivas e innatas; por el contrario, las necesidades psíquicas son necesidades a largo plazo, ya que son satisfacciones futuras que no están aseguradas, y buscan experimentar nuevas experiencias que agraden y satisfagan. Es esta interacción entre la sociedad y el individuo la que origina las conductas humanas, ya que, los individuos se afilian a unas determinadas costumbres por deseo de aprobación como por temor al castigo. Por este motivo, es importante tener en cuenta el medio en el que la persona ha crecido, debido a que su contexto marcará su personalidad.
El individuo es el pilar de la sociedad y cultura general, pero por esta misma razón, la estructura y valores que permanezcan en ella son esenciales para el desarrollo de todos los seres humanos, sus conductas y la capacidad de empatía que tengan. Depende directamente de la estructura, la realización del hombre. Los propios individuos tienen que cuidar con mimo los valores que se quieren inculcar a los miembros más pequeños, debido a que estos traspasarán los valores aprendidos a los nuevos integrantes.
Tenemos que tener en cuenta que las sociedades no son entes sin normas; debe existir una organización, esta hace que la sociedad perdure en el tiempo y le da estructura, organización y cohesión; por lo tanto, se acaba transformando en un organismo. Un organismo que no funciona si falta alguna de las partes, pues funciona como un conjunto, como un todo. El destino de cada persona se encuentra ligado al grupo al que pertenece, la socialización se impone como necesaria para la supervivencia; por lo tanto, deberá cumplir con sus deberes dentro de la sociedad, y la sociedad deberá brindarle sus derechos. Es una relación de reciprocidad.
Para que una sociedad pueda tener éxito, entendido éste como una constante cohesión entre los individuos y armonía entre ellos, debe mantener los derechos esenciales de sus miembros por el simple hecho de ser hombres. Uno de estos derechos fundamentales es la libertad. Es un término complejo, porque la libertad no significa hacer lo que a cada cual le apetezca en un momento determinado; la libertad es la capacidad que tenga un individuo de elegir y de no verse oprimido por nadie, siempre y cuando haya cumplido con todos sus deberes. Una sociedad debe basarse en la libertad, como oportunidad de las personas para vivir la vida que deseen, y no en la economía.
Tras una larga reflexión he llegado a la conclusión que el mundo actual ha tenido un problema de confundir términos y de confundir la libertad con el libertinaje. Mientras unos tenían un exceso de libertinaje, otros no podían elegir ni qué comer. Existe una inconexión desorbitada de los conceptos con la forma de llevarlos a cabo. Cuestión en la que el etnocentrismo de occidente ha jugado un importante papel.
Marx, ya afirmó que la estructura económica constituye la base real en la cual se eleva la superestructura jurídica, política y social. Es por ello por lo que el modo de producción condiciona el proceso de vida social. Podemos verlo con el sistema de la Economía burguesa, el capitalismo. El hombre logra su plenitud con el trabajo, se realiza como ser humano, es un fin en sí mismo; sin embargo, con este sistema el trabajador se convierte en un medio, en una mercancía más del proceso de producción. Pero, además de ser una pieza más, la clase trabajadora es el sostén del capitalismo, los patronos se apoyan en ella para llevar adelante sus objetivos, es su seguridad; pero da un cambio en la moneda y delante del trabajador se transforma en una necesidad para ese mismo trabajador.
Marx y Engels anunciaron la necesaria  liberación y  establecimiento de la dictadura del proletariado. El trabajador es el pilar de cualquier sistema económico y tiene la capacidad tanto de mantenerlo como de derribarlo mediante una Revolución Social.
Dignificaron el papel de la clase obrera, dándoles prioridad y convirtiéndola en el sector primordial para una sociedad. Sin obreros no hay estructura, no hay sistema, no hay mercancías, no hay ricos. Por eso hacen un llamamiento a la libertad, a la igualdad y a la dignificación del ser humano. Todo esto se consigue con la unidad, la famosa cita de El Manifiesto Comunista, ‘proletarios del mundo uníos’. Sin embargo las altas esferas han procurado separar a los países y a las personas, porque juntas somos fuertes; pero nos han deshumanizado, hay una extinción de la conciencia humana y del hombre de razón. Este sistema convierte en máquinas a todas las esferas de la sociedad, ya nadie vive, unos lo hacen para sobrevivir y otros para enriquecerse más, hay conformistas e inconformados. Nos encontramos en una situación de lucha de clases extrema que hemos naturalizado y normalizado. ‘Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando’ esta cita del propio Warren Buffet, el hombre más rico del planeta, afirma tal situación y que Marx estaba en lo cierto.
Tales individuos han perdido la humanidad, por su crueldad; el problema es que ya nadie es humano, por permitir la propia esclavización y perder la dignidad. Sin dignidad, ¿en qué nos convertimos?
Del ser humano nos queda solo el nombre.*


 

*Hago referencia al libro del nombre de la rosa, en el que el ser humano queda vacío de todo significado.

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